
Continuamente gente de nuestro
entorno contrae matrimonio, ya sea por lo civil o mediante algún ritual
religioso, siendo frecuentemente el católico.
Escuchamos y entendemos o creemos
entender lo que significa, pero pocas veces nos paramos a pensar en su
significado etimológico.
Tras haber escuchado esta noche
un comentario sobre la necesidad de la unión entre un hombre y una mujer
necesariamente para poder acceder a esta acepción, he entrado en una reflexión
exhaustiva sobre la etimología de la misma que me gustaría compartir.
La palabra matrimonio tiene su
origen en el latín “matrimonium”, la cual proviene de “matrem“ (madre) y “monium”
(calidad de), lo cual vendría a ser calidad de madre. Es curiosa y nada casual
si revisamos la historia, la similitud con
la palabra patrimonio originada igualmente en el latín “patrimonium”, que
desglosando sus partes sería “patri” (padre) y monium (calidad de).
Una de las dudas que se me
plantean en esta reflexión es el por qué existiendo ambas palabras se optara
por elegir la primera. Contextualizando con la cultura existente en
la sociedad romana, es posible que, aun
existiendo previamente ambas acepciones, se optara por elegir “matrimonium” en
lugar de “patrimonium” por los motivos
que figuran en el libro de las siete partidas de Alfonso X el sabio que dice
textualmente:
Ley 2: Matris y munium son dos palabras del latín
de que tomó nombre matrimonio, que quiere tanto decir en romance como oficio
de madre. Y la razón de por qué llaman matrimonio al casamiento y no patrimonio
es esta: porque la madre sufre mayores trabajos con los hijos que no el padre,
pues comoquiera que el padre los engendre, la madre sufre gran embargo con
ellos mientras que los trae en el vientre, y sufre muy grandes dolores cuando
ha de parir y después que son nacidos, lleva muy grandes trabajos en criarlos
ella por sí misma, y además de esto, porque los hijos, mientras que son
pequeños, más necesitan la ayuda de la madre que del padre. Y porque todas
estas razones sobredichas caen a la madre hacer y no al padre, por ello es
llamado matrimonio y no patrimonio.
Alfonso X, el Sabio, Partida Cuarta,
Libro de las Partidas o de las Leyes (1256-1265)
No obstante, puesto que las
palabras existían previamente sospecho que la vinculación con el patriarcado de
la época, en la que el derecho romano instiga a la consolidación de la
institución como legitimación de la mujer,
no solo a tener hijos, sino a tener placer erótico, es bastante
significativo y a su vez , entendería
que el fruto del matrimonium (hijo/hija) tanto como la matrem y el resto de
bienes formaría parte del “patrimonium” responsabilidad del padre de familia.
Pero como he mencionado
previamente, las uniones amorosas existían formalmente mucho antes de la época
en la que se aceptó o creó la acepción latina.
Habría que entender que
matrimonium hace referencia a la carga o responsabilidad de la matrem, que a
fin de cuentas se traduce en los hijos y/o hijas. Si aludimos radicalmente a
este significado, la necesidad de que, de forma natural los
hijos o hijas solo pueden ser concebidos mediante la presencia de un hombre y
una mujer, podemos caer en la trampa de reducir el número de personas que
pueden tener derecho a este acto de manera considerable.
Entonces, ¿Qué ocurre con las personas que no desean
tener hijos? ¿Y las que no pueden tenerlos? y ¿qué me dicen de las parejas que
conciben mediante inseminación artificial? ¿No son matrimonio?

Si el único requisito que implora
la etimología es el acto de cuidar a los hijos, los sexos que presenten los
miembros de la pareja poco importan realmente. En realidad lo único q es
transcendente de la unión matrimonial, es que las personas que la componen
deseen y sean capaces de llevar a cabo la labor del cuidado de las hijas e
hijos. Y teniendo en cuenta que en muchas de estas uniones no existirán, tal
vez sería necesario dejar de dar vueltas al término y entender que lo
importante del acto está en el amor que existe en la pareja.
Ruth Arriero
Enfermera y sexóloga