domingo, 25 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre el matrimonio desde la etimología



Continuamente gente de nuestro entorno contrae matrimonio, ya sea por lo civil o mediante algún ritual religioso, siendo frecuentemente el católico.

Escuchamos y entendemos o creemos entender lo que significa, pero pocas veces nos paramos a pensar en su significado etimológico.
Tras haber escuchado esta noche un comentario sobre la necesidad de la unión entre un hombre y una mujer necesariamente para poder acceder a esta acepción, he entrado en una reflexión exhaustiva sobre la etimología de la misma que me gustaría compartir.

La palabra matrimonio tiene su origen en el latín “matrimonium”, la cual proviene de “matrem“ (madre) y “monium” (calidad de), lo cual vendría a ser calidad de madre. Es curiosa y nada casual si revisamos la historia,  la similitud con la palabra patrimonio originada igualmente en el latín “patrimonium”, que desglosando sus partes sería “patri” (padre) y monium (calidad de).
Una de las dudas que se me plantean en esta reflexión es el por qué existiendo ambas palabras se optara por elegir  la primera.  Contextualizando con la cultura existente en la sociedad romana, es posible que,  aun existiendo previamente ambas acepciones, se optara por elegir “matrimonium” en lugar de “patrimonium”  por los motivos que figuran en el libro de las siete partidas de Alfonso X el sabio que dice textualmente:

Ley 2: Matris y munium son dos palabras del latín de que tomó nombre matrimonio, que quiere tanto decir en romance como oficio de madre. Y la razón de por qué llaman matrimonio al casamiento y no patrimonio es esta: porque la madre sufre mayores trabajos con los hijos que no el padre, pues comoquiera que el padre los engendre, la madre sufre gran embargo con ellos mientras que los trae en el vientre, y sufre muy grandes dolores cuando ha de parir y después que son nacidos, lleva muy grandes trabajos en criarlos ella por sí misma, y además de esto, porque los hijos, mientras que son pequeños, más necesitan la ayuda de la madre que del padre. Y porque todas estas razones sobredichas caen a la madre hacer y no al padre, por ello es llamado matrimonio y no patrimonio.
 
Alfonso X, el Sabio, Partida Cuarta, Libro de las Partidas o de las Leyes (1256-1265)

No obstante, puesto que las palabras existían previamente sospecho que la vinculación con el patriarcado de la época, en la que el derecho romano instiga a la consolidación de la institución como legitimación de la mujer,  no solo a tener hijos, sino a tener placer erótico, es bastante significativo y a su vez ,  entendería que el fruto del matrimonium (hijo/hija) tanto como la matrem y el resto de bienes formaría parte del “patrimonium” responsabilidad del padre de familia.


Pero como he mencionado previamente, las uniones amorosas existían formalmente mucho antes de la época en la que se aceptó o creó la acepción latina.  
Habría que entender que matrimonium hace referencia a la carga o responsabilidad de la matrem, que a fin de cuentas se traduce en los hijos y/o hijas. Si aludimos radicalmente a este significado,  la necesidad de que, de forma natural los hijos o hijas solo pueden ser concebidos mediante la presencia de un hombre y una mujer, podemos caer en la trampa de reducir el número de personas que pueden tener derecho a este acto de manera considerable.  

 Entonces,  ¿Qué ocurre con las personas que no desean tener hijos? ¿Y las que no pueden tenerlos? y ¿qué me dicen de las parejas que conciben mediante inseminación artificial? ¿No son matrimonio?

Si el único requisito que implora la etimología es el acto de cuidar a los hijos, los sexos que presenten los miembros de la pareja poco importan realmente. En realidad lo único q es transcendente de la unión matrimonial, es que las personas que la componen deseen y sean capaces de llevar a cabo la labor del cuidado de las hijas e hijos. Y teniendo en cuenta que en muchas de estas uniones no existirán, tal vez sería necesario dejar de dar vueltas al término y entender que lo importante del acto está en el amor que existe en la pareja.

Ruth Arriero
Enfermera y sexóloga




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