La
sexualidad está presente desde el nacimiento. Por ello, madres y padres deben
comprometerse con la educación sexual de sus hijos o hijas.
Cada etapa
de la vida tiene unas características sexuales, unas necesidades, unas
vivencias que van a ir configurando distintos aspectos de la sexualidad de las
personas, sus futuras relaciones de pareja, su capacidad de disfrutar del
placer en la edad adulta, su aceptación y autoestima.
En muchas
ocasiones veo a madres y padres llevarse las manos a la cabeza cuando digo que
la educación sexual se inicia desde el mismo nacimiento. No es extraño si
pensamos la idea social que hay sobre qué es la educación sexual.
Para los que
aun se lo sigan preguntando, les diré que la educación sexual debe estar
presente desde el primer momento de vida y que nada tiene que ver con los
conceptos adultos que solemos manejar.
El apego
entre las madres o padres y el bebé será la clave para ir construyendo los
cimientos sobre el desarrollo sexual del futuro hombre o la futura mujer.
La piel. El
elemento esencial
El bebé nace
con una necesidad de apego. Instintivamente hacia la figura materna, pero
igualmente importante será el trabajo del apego por parte de las distintas
personas que constituyen la familia.
Mediante los
besos, los abrazos, las caricias, el amamantamiento, los susurros y las miradas
el bebé siente placer, se siente seguro y va descubriendo el encanto de la
intimidad con otro ser humano. Esa experiencia tan agradable, que parte de las
sensaciones deleitables de la piel, hace que se refuerce positivamente la
búsqueda de la intimidad física y psicológica con los demás.
Tanto es así
que en diversos estudios se ha encontrado que niños con falta de apego han
tenido diversos problemas en edades adultas para establecer y mantener pareja,
problemas de autoestima y diversas disfunciones en la adquisición de placer en
sus relaciones eróticas.
Por otro
lado el bebé va a aprendiendo algo muy importante. Va compaginando los momentos
de mimos y satisfacción, con otros en los que no está recibiendo esas
sensaciones que tanto le gustan. Empieza a tener deseo y comienza a encontrarse
con el principio de la realidad al entender que no es posible en todo momento,
lo cual va conformando su equilibro emocional.
El masaje
infantil. Una herramienta indispensable
Mediante
esta técnica se consigue un ambiente de intimidad entre el bebé y la persona
que lo realiza. Favorece el placer y ya de paso, ayuda en algunos problemas que
presentan frecuentemente los bebés como el cólico de gases.
Existen
algunas técnicas específicas de masaje infantil, pero no es necesario ser una
experta o experto en la materia para poder llevarlo a cabo. El único requisito
consiste en dar caricias suaves a lo largo de todo el cuerpo y acompañar el
proceso de palabras suaves, miradas y complicidad con sus reacciones. Ir
descubriendo qué le agrada, que caricias le gustan más o menos e ir aprendiendo
con él o con ella sobre su cuerpo.
Del placer
oral-anal al placer genital
Es
importante que las madres y/o los padres entiendan que el bebé se rige por los
principios de placer y dolor.
En los
primeros meses una de las mayores fuentes de placer es la oral, es por eso que
experimentan el llevarse objetos continuamente a la boca. Otra importante es la
fecal, obteniendo un gran placer a la hora de la defecación.
Cerca del
año de edad, el bebé descubre sus genitales como fuente de placer y, por tanto,
se tocará frecuentemente los mismos. Es crucial la naturalidad de los
cuidadores ante este suceso, ya que es algo natural. En edades posteriores si
se podrá enseñar a la niña o al niño a tocarse en privado, pero ante un bebé
esto no tiene ningún sentido ya que no entenderá las órdenes. Para ella o para
él las sensaciones que tiene al tocarse los genitales tienen el mismo
significado que las que tiene al recibir cualquier estimulación placentera de
la piel.
Por todas
estas características, queda claro que la sexualidad está presente desde el
nacimiento y que la educación sexual es posible desde esos primeros momentos de
vida que serán tan importantes para el desarrollo sexual en el futuro.
Ruth Arriero
Enfermera y sexóloga
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